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Para su construcción, tras la elección de la cerrada, los primeros pasos eran la elaboración de sucesivos proyectos redactados por ingenieros para convencer a los órganos colegiados del cuerpo y a la superioridad de las soluciones técnicas adoptadas.
Solía ser un proceso dilatado, con modificaciones y reformados. Para acometer la construcción también se exigían otras variadas actuaciones (accesos, reconocimientos geológicos, suministro de agua y energía, poblados, etc.) No menos importantes eran las expropiaciones. Luego era preciso construir formidables instalaciones para la puesta en obra de hormigón, cintas transportadoras, canteras y una serie de talleres. La obra propiamente dicha se iniciaba con el desvío del río y la construcción de la ataguía. Luego se procedía a la excavación y comprobación de las características geológicas del sustrato que venían a confirmar o no los informes realizados a partir de sondeos.
El embalse de Alarcón (1952), de unos 1.100 Hm3 y con sólo 71 m. de altura, regula la cabecera del Júcar. La obra anegó la carretera Madrid- Valencia.
“La explotación del Pantano de Alarcón se llevó al compás de la construcción de la ataguía, primero, y de la presa, a medida que su altura había permitido realizar embalses. Se comenzó a embalsar en el año 1945. “El poco relieve del valle del Júcar inundado por las aguas del embalse proyectado, en cuyo fondo o ladera se asientan pueblos, hace que se inunden sus caseríos o sus huertas bajas, medios principales de su vida económica. Durante los tiempos modernos, estas construcciones fueron una tarea larga y arriesgada, quizás como ninguna otra de las obras públicas. “La modificación que se produce en las condiciones naturales es tan intensa que incluso puede llegara modificar el clima de la región”.
Para su construcción, tras la elección de la cerrada, los primeros pasos eran la elaboración de sucesivos proyectos redactados por ingenieros para convencer a los órganos colegiados del cuerpo y a la superioridad de las soluciones técnicas adoptadas.
Solía ser un proceso dilatado, con modificaciones y reformados. Para acometer la construcción también se exigían otras variadas actuaciones (accesos, reconocimientos geológicos, suministro de agua y energía, poblados, etc.) La obra propiamente dicha se iniciaba con el desvío del río y la construcción de la ataguía. Luego se procedía a la excavación y comprobación de las características geológicas del sustrato que venían a confirmar o no los informes realizados a partir de sondeos.
El embalse de Alarcón (1952), de unos 1.100 Hm3 y con sólo 71 m. de altura, regula la cabecera del Júcar. En su aprobación y construcción intervinieron sucesivamente los ingenieros Fausto Elío, Rafael Montiel y José Luis Elío Martínez. La obra anegó la carretera Madrid- Valencia. Para solucionar el cruce de la carretera sobre el Júcar, que exigía dos grandes viaductos, se optó por apoyarla sobre la coronación de la presa.
“La explotación del Pantano de Alarcón se llevó al compás de la construcción de la ataguía, primero, y de la presa, a medida que su altura había permitido realizar embalses. Se comenzó a embalsar en el año 1945 y el total retenido hasta el 30 de abril del presente año ha sido de 1.058 millones de metros cúbicos, de los cuales se han desembalsado 748 millones, habiéndose aprovechado la totalidad en la producción de la energía eléctrica, y un 50 por 100 en riegos”..
“El poco relieve del valle del Júcar inundado por las aguas del embalse proyectado, en cuyo fondo o ladera se asientan pueblos, hace que se inunden sus caseríos o sus huertas bajas, medios principales de su vida económica. Estos pueblos son Gascas que desaparecería totalmente, Olmedilla, Buenache, Ontecillas, y el más importante de todos, Valverde de Júcar, situado en la ladera derecha del valle del río Gritos, cortadura la más profunda
e importante del valle... También es afectada por el embalse la carretera de Valencia a Madrid, inundada en su cruce del Júcar en Olivares, y del valle del río Gritos por Valverde.
Los regadíos se amplían gracias a la construcción de presas para el almacenamiento de agua y su distribución a través de canales. Durante los tiempos modernos, estas construcciones fueron una tarea larga y arriesgada, quizás como ninguna otra de las obras públicas. En el último siglo, las obras de regulación y almacenamiento han adquirido un gran protagonismo: los embalses, además de los riegos, atienden otras demandas como abastecimiento urbano o hidroelectricidad.
“Entre las obras más interesantes para el resurgimiento nacional figura en lugar preeminente el pantano de Alarcón”
Indalecio Prieto, 21 de julio 1932. (Gaceta del 23).
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